El cardenal Ratzinger, nuevo Papa de la Iglesia, con el nombre de Benedicto XVI

Por decirlo de algún modo, los cardenales han elegido al "intelectual" de la Iglesia, a una de las cumbres teológicas actuales, al mejor analista de las corrientes contemporáneas. También han elegido al decano del colegio cardenalicio, al hombre que Juan Pablo II, en medio de la confusión doctrinal del postconcilio, situó como "guardián de la ortodoxia" (una expresión que comenzó siendo un insulto y hoy es un timbre de gloria).
Alemán, de 78 años de edad, 20 más de lo que tenía Juan Pablo II cuando fue elegido. Cardenal desde el 27 de junio de 1977, el hombre al que todos los curas progres aborrecen con más intensidad. Ratzinger será un Papa filósofo, pero también sería un espléndido editorialista, un hombre con una asombrosa capacidad de síntesis, con el bagaje cultural de un sabio de antaño y la virtud periodística de hacer historia diaria.
Sus primeras palabras: "Los cardenales me han elegido como un simple trabajador de la viña del Señor... Me consuela el hecho de que el Señor haya querido trabajar con instrumentos insuficientes", afirmó con dos frases que recuerdan las palabras de Cristo: "Siervos inútiles somos, lo que teníamos que hacer eso hicimos".
Y también: "En la alegría del Señor Resucitado pido su ayuda permanente. El Señor nos ayudará y su Santísima Madre estará cerca de nosotros". Para muchos santos del último siglo, las instituciones cristianas se dividen en dos: las buenas, que tienen muy en cuenta a María, y las otras. Y, cómo no, el abandono en la misericordia divina. Es la infancia espiritual que ejemplificó Karol Wojtyla quien, como los niños, se sentía capaz de todo, porque lo difícil lo dejaba en manos de su padre Dios: "El señor nos ayudará", dice el decimosexto de los Benedictos.
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